ALGUNOS DATOS HISTÓRICOS DE VILLAPÚN
Cada pueblo, por pequeño que sea, tiene su historia propia, pues es el resultado de las vidas, trabajos y pequeñas batallas de todos cuantos nos precedieron.
Orígenes prehistóricos
LAS "PIEDRAS DEL RAYO". Sorprendentemente los primeros datos indirectos nos retrotraen a nuestro pasado más antiguo como especie y tienen que ver con un hecho objetivo que cuentan nuestros mayores y que además tiene una interpretación popular realmente curiosa. del rayo ", que parece ser aparecían de cuando en cuando antaño cuando se labraban los terrenos de cultivo con animales de carga. Se trataba de unas piedras blanquecinas de bordes pulidos que el saber popular atribuía a la piedra causante del relámpago y el trueno y que a veces cortan los árboles, especialmente las chopas que aparecen desgajadas y ennegrecidas.
Esta creencia no es exclusiva de nuestro pueblo pues parece estar bastante extendida, no sólo en nuestro país sino en otros muchos lugares de los cinco continentes.
Roberto Gordaliza en su libro sobre "Historias y Leyendas Palentinas" (1) indica que en Tierra de Campos los pastores llevaban estas piedras en los zurrones en la creencia de que alejarían los rayos y curarían al ganado. La creencia en los poderes mágicos y curativos de estas piedras se hunde en la noche de los tiempos, existiendo evidencias de que estos objetos eran ya venerados desde el Neolítico. Más adelante, en la época romana se empieza a designar a estas piedras con el nombre de "ceraunias" , denominación derivada del griego y que viene a significar "piedra de trueno" (2).
No obstante la realidad es más sorprendente que la creencia ancestral, pues se trata al parecer de hachas bifaces de piedra pulimentadapor hombres prehistóricos, lo que nos da una idea de la antigüedad de la presencia humana en esta zona. Aunque es difícil precisar a qué cultura concreta pertenecen estas piedras se las considera en general de época Neolítica, aunque no sólo se usaron en la Edad de Piedra, sino también en la de Bronce e incluso en la Edad de Hierro. Raro es el pueblo de esta comarca donde no se haya encontrado alguna, siendo precisamente frecuentes los hallazgos en los valles de las Cuezas que cruzan el Páramo de Norte a Sur. Al parecer, el farmacéutico Don Aquilino Macho poseía una magnífica colección de "piedras del rayo" fechadas en la Edad de Bronce (hacia el año 1.800 antes de Cristo), incluyendo hachas de varios tipos, espadas, puñales, etc., una parte de las cuales se guardan en el Museo Arqueológico Provincial de Palencia,
Hoy en día con la mecanización de las tareas agrícolas es más difícil que aparezcan estas curiosas piedras, pero en Villapún siempre oímos hablar de ellas a los mayores del pueblo. Gracias a la amabilidad de Mari Carmen Cuesta hemos podido acceder a una de estas piedras, herencia de sus abuelos. Se trata de una preciosa piedra de casi 12 centímetros de largo, 7 de ancho y un peso de unos 800 gramos. Nos cuenta además su propietaria que éxistía la creencia de que estas piedras tenían la propiedad de curar al ganado enfermo al hacerlas pasar por el estómago. Podéis ver las imágenes de esta curiosa piedra en el siguiente foto álbum.
Juan Antonio García Castro es el autor de un interesante trabajo con el título de "Mitos y creencias de origen prehistórico: las Piedras del Rayo" (2), en el que podréis conocer más detalles sobre el origen y la realidad de este curioso mito del cual también somos partícipes los villapuneses.
La época romana
¿UNA VILLA ROMANA?. La Meseta Norte Castellana fue conquistada por el ejército del Imperio Romano en el siglo II antes de Cristo y a partir del siglo I de nuestra era comienzan a construirse villas rústicas cuyos propietarios pasaron a ser terratenientes que gestionaban amplios territorios con objeto de aprovechar los recursos agropecuarios, cinegéticos, piscícolas y forestales. Además estos núcleos eran objeto de un intenso intercambio comercial de estos productos con otras ciudades del Imperio, lo que dio lugar a la construcción de ostentosos palacios en algunas de estas villas romanas.
La ocupación romana de la comarca de Saldaña queda bien patente con la presencia de la villa de la Olmeda en Pedrosa de la Vega, que se construyó a mediados del siglo IV después de Cristo y que a su vez debió ejercer influencia sobre todo este territorio. Pero esta conocida y espectacular villa romana no es la única que existió en la zona, pues se conocen restos de otras en La Serna, Villaproviano, Quintanilla de Onsoña, Velillas del Duque, Relea y Villarrobejo (4).
En su Catálogo Monumental de la Provincia de Palencia Rafael Navarro relacionó Villapún con la población de Pincia o Pintia, aunque después se ha demostrado que esta importante ciudad romana se ubicó probablemente en la zona de Peñafiel en Valladolid. Pero lo que sí parece cierto es la aparición de restos de origen romano en el pago de Hontanares durante una cata arqueológica realizada en 1976 y que podrían corresponder a la presencia de una villa rústica de finales del Imperio Romano (5).
CALZADAS Y MONEDAS. La presencia de villas en la comarca se complementó con la construcción de calzadas de comunicación entre ellas y con el exterior, conociéndose restos de una vía romana por La Loma, al lado del río Carrión, que enlaza Saldaña y Carrión de los Condes, y otra hacia el Norte que pasa por Valcabadillo en dirección a Guardo, muy cerca de la actual carretera comarcal. Debieron de existir también comunicaciones con las villas de Pedrosa y Villarrobejo y muy posiblemente una vía que enlazase con Sahagún a través del Páramo (4). Existe la posibilidad de que parte del recorrido de esta última atravesase por terrenos de Villapún, lo cual podría dar sentido a los restos hallados en Hontanares. Para finalizar con este período histórico, comentar que en Villapún, en el pueblo, se han encontrado en el pasado monedas de origen romano, sin que tengamos referencias concretas de las inscripciones que pudieran dar datos de la época en que fueron acuñadas.
Origen de Villapún
RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN. La ocupación árabe de los llamados “Campos Góticos” debió terminar hacia el año 742 cuando Alfonso I de Asturias recuperó estos territorios. El origen de la mayoría de las poblaciones actuales de la comarca de Saldaña tiene lugar principalmente entre los siglos IX y X y hay que buscarlo en la repoblación del territorio posterior a la reconquista, que tuvo lugar desde los reinados de Ordoño I (que reinó entre el 850 y el 866) y Alfonso III (866-910). Éste último, repobló la zona de Cea y Sollanzo en León y en Castilla hasta el Arlanzón. Generalmente estos repobladores eran gente importante a la que se donaba un terreno yermo con la intención de repoblarlo y cultivarlo, lo cual conllevaba en muchos casos la roturación de los extensos bosques que debían ocupar la zona desde la época romana (6).Los repobladores de esta zona procedían del norte, principalmente Cantabria y Navarra, y también del sur, mozárabes que se vieron obligados a emigrar hacia el norte por la persecución a la que fueron sometidos. El propio nombre de Villapún parece aludir a uno de estos repobladores, aunque no está claro si de procedencia vasca (Eypun, según Jesús María Merino) (7) , castellana (Pune o Ipune, como aparece en la documentación del monasterio de Sahagún) (6) o un mozárabe procedente de Gormaz, según nuestra hipótesis particular, aunque difícilmente comprobable.
Así, la referencia más antigua de nuestro pueblo la encontramos en un documento del Monasterio de Sahagún del 18 de marzo del año 1053, correspondiente a una donación, tal y como se recoge en el "Índice de los documentos del Monasterio de Sahagún" publicado por el Archivo Histórico Nacional (8):
A.1053. 953. Donación hecha por Aragonti, á Eze Diaz y á su mujer
Marzo 18. Adosinda, de una viña que tenía in territorio de Gormaze et de
villa de Pune.
“Facta carta donaciones XV. kal. Aprilis, Era Tª LXLª Reg-
Nante rege Fredenando in Legione.”
Becerro I, fol. 233.
Muy significativo es que ya en este primer documento el nombre de "Villa de Pune" aparezca ligado al de "Gormaze", del que trataremos después.
Por otra parte el patronímico "Pune" debe de derivar del sobrenombre latino "Punus" o "Poenus", aunque no existen referencias escritas del mismo en nuestra región, pero sí, en cambio, del femenino "Ponia" en el siglo X (9).
Los “becerros” medievales
A partir del siglo XIII desde la Corona se propician inventarios de las poblaciones del Reino de Castilla y que por el tipo de material en el que están forrados, piel de ternero curtida, reciben el nombre de “becerros”, en los que aparecen los privilegios de la Corona o de algún monasterio o iglesia.
EL “BECERRO DE LAS PRESENTACIONES DE LEÓN” (SIGLO XIII). Este códice está fechado en el año 1468, pero es, al parecer, una copia fiel de otro anterior datado hacia 1250, el llamado “Becerro Antiguo” del que no se conserva ningún ejemplar. En este códice se incluye a Villapún como perteneciente al Arciprestrazgo de la Vega y haciendo de nuevo referencia al pago de Gromaz (4). En concreto dice lo siguiente:
“En Villaron e Gramaz, Sant Pelao. La iglesia del conçeio. Da terçia al rey; e duas del clerigo, saluo el dezmero del rey; e en procuración tres sueldos; e en carnero tres sueldos menos dos dineros.”
Llama la atención la referencia a Villapún como "Villaron", lo cual según Jesús María Merino (7) en su obra "Palencia en sus topónimos" podría plantear un origen del nombre a partir de “Villa Larón”, cuyo significado, según el autor citado, sería el “lugar del pequeño abrojo o cambrón”. También es interesante que el nombre aparece junto a Gramaz, actualmente el pago de Gromaz o Villapún de Gromaz, y ambos con la advocación a San Pelayo, lo cual parece indicar que ambos eran poblaciones y podría apoyar la idea del emplazamiento original de Villapún hubiese estado en ese pago, situado a un kilómetro de la ubicación actual del pueblo.
En el “Becerro de las Presentaciones” también aparece una referencia concreta a otro pago perteneciente actualmente a Villapún, pero que fue poblamiento en la edad media. Se trata de Villarrilda, del que dice:
“Villarrilza, la iglesia Sant Martino. De fiyosdalgo. Da terçia a Riegla; e las duas a los sennores e al clerigo; e en procuración VIIII sueldos; e en carnero tres menos dos dineros.”
EL “BECERRO DE LOS BENEFICIOS DE PALENCIA” (1345). En este códice no hay ninguna referencia a Villapún por pertenecer en esa época a la diócesis de León, situación que se ha mantenido prácticamente hasta el siglo XX.
VILLAPÚN EN EL “BECERRO DE LAS BEHETRÍAS” (1352). Las “behetrías” eran un modo de propiedad feudal de la tierra en la que el labrador podía elegir libremente a su señor, dentro de los descendientes de un determinado linaje. Como este sistema no era propicio para los hidalgos, estos solicitaron al rey, Pedro I apodado “el Cruel”, su transformación en tierras solariegas, es decir que pasasen al dominio del monarca, de la Iglesia o de un hidalgo que las administrase.
Las Cortes de Valladolid ordenaron en 1351 hacer un inventario de estas “behetrías”. Así en el becerro aparece un listado de las poblaciones del Norte del Duero agrupadas en merindades. La merindad era un tipo de organización del territorio en la que una ciudad o villa importante defendía y administraba los intereses de los pueblos y caseríos situados en su demarcación y al frente de la cual estaban el merino que actuaba como autoridad comarcal por delegación del rey, el conde o el concejo.
En el “Becerro de las Behetrías” o “de las Merindades de Castilla” se describen más de dos mil poblaciones agrupadas en quince merindades. Una de ellas es la Merindad de Saldaña, con ciento noventa y tres lugares, la mayoría solariegos, uno de los cuales se corresponde con Villapún, del que dice lo siguiente (10):
“Villa Pan. Este logar es de don Iohan Alfonso e que es aldea de Saldanna. Derechos del rey: Dan al rey moneda e seruiçios e non pagan yantar nin fonsadera. Derechos de los Señores: Da cada anno cada vassallo al dicho don Iohan Alfonso por el solar en que mora dos maravedis. Dan al dicho don Iohan Alfonso de martiniega nouenta e quatro mrs.”
Por tanto en esta época, Villapún era uno de los lugares solariegos que pertenecía, al igual que otros pueblos de la Merindad, a Juan Alfonso de Alburquerque, noble portugués afincado en Castilla, pero de orígenes extremeños, y que fue uno de los favoritos o privados del rey Pedro I.
Reseñar que "yantar" era un tributo que se pagaba para el sustento del rey o del señor en sus viajes; "fonsadera" era un servicio que se prestaba para reparar el foso de los castillos; la "martiniega" era la renta que debían de pagar al señor, normalmente en especias, por el disfrute de la tierra y que se ejecutaba el día de San Martín, de ahí su nombre.
También aparece en este becerro una referencia a Villarrilda, citado como Villa Rilda, siendo también lugar solariego, pero perteneciente a otro señor, al que se refiere en los siguientes términos (10):
“Villarrilda. Este logar es solariego e es de fijos de Ferrant Dias Duque. Derechos del rey. Dan al rey monedas e servicios e non pagan martiniega ni yantar nin fonsadera ni lo pagaron nunca. Derechos del señor. Da cada vassallo cada año alos fijos de Ferrando Dias Duque tres fanegas de centeno e veinte e cuatro dineros por infurcion.”
La "infurción" era por tanto el único impuesto que pagaban al señor del lugar, en este caso a los hijos de Fernando Díaz Duque, siendo el tributo que se pagaba por razón del solar de las casas.
Los lugares solariegos y sus bienes
VILLAPÚN COMO LUGAR SOLARIEGO DE LA TIERRA DE SALDAÑA. Parece claro que ya desde los primeros documentos escritos, reseñados arriba, en los que se nombra a Villapún, éste aparece como uno de los lugares solariegos de la tierra de Saldaña vinculado a la Casa de los Duques del Infantado, situación que se mantendrá hasta el siglo XIX.
El concepto de lugar solariego hace referencia a que los vecinos han construido sus viviendas en el suelo y los terrenos de la Casa del Infantado por lo cual sus haciendas pertenecen al Señor y al mismo tiempo la villa de Saldaña ejercía una relación de señorío sobre las aldeas que constituían su tierra. El primer Duque del Infantado fué Don Diego Hurtado Mendoza, Marqués de Santillana y Conde del Real de Manzanares, nombrado en 1475 por orden de los Reyes Católicos.
En el siglo XVII los concejos de los veintisiete lugares solariegos que existían entonces se organizaban en cuatro cuadrillas, apareciendo Villapún en la “tercera Quadrilla”, junto con “Los Barrios, Santivañez, Santolaja, Villaluenga, Gavinos y Santervás que es el de más vecinos, tiene cuarenta y siete” (4). Hay que reseñar que Santibáñez y Gaviños son actualmente despoblados próximos a Barrios de la Vega y Villaluenga respectivamente, aunque en Villapún, cerca de Villarrilda, hay también un pago con el nombre de Gaviños, lo que da que pensar…
Uno de los atributos principales de las cuadrillas era recaudar entre los vecinos los impuestos, los cuales se repartían proporcionalmente en forma de las llamadas “cañamas”, un total de cincuenta y cuatro para la Villa y Tierra de Saldaña, de las cuales dos y media correspondían a Villapún.
POBLACIÓN DE VILLAPÚN SEGÚN EL "CENSO DE LOS OBISPOS" (1587). En 1587 Felipe II ordena a los Obispados elaborar un censo de las diócesis de la Corona de Castilla, que después fué publicado como «Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI...» o "Censo de los Obispos" (11). Era el párroco de cada localidad el encargado de contar a los vecinos para remitir la información al obispo. Se contabiliza el número de vecinos de cada pueblo sea cual sea su origen o dignidad, incluyendo además el número de pilas bautismales existentes. Al no tener fines recaudatorios, no está claro si se incluía la población exenta del pago (clero y nobles).
En Villapún se censan 30 vecinos y una pila, una población media para la época, puesto que en la mayoría de los pueblos de la zona se contabilizan entre 12 y 50 vecinos. Algunos estudiosos consideran que para esta época en Palencia la ratio de habitantes por vecino censado debió de estar en torno a 4´5, por lo que la población total del pueblo debió de ser de unas 135 personas.
En este mismo censo aún aparece Villarrilda como lugar habitado, teniendo 25 vecinos y una pila, es decir una población de unas de 110 almas, muy similar a la del resto de pueblos de la comarca.
VILLAPÚN EN EL “LIBRO DE LOS MILLONES” (1591). En el Archivo de Simancas se conserva el llamado “Libro del repartimiento que se hizo de los ocho millones (de Donativo) en virtud de las averiguaciones que se hicieron de las vecindades del Reino el año 1.591 para desde el año 1.594 en adelante”. Se trata de un censo de la población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla, excepto las provincias vascongadas, y contabiliza el número de vecinos de cada enclave, diferenciando entre “pecheros”, es decir la clase social no enriquecida y obligada apagar impuestos, “hidalgos”, nobles con título o no, y “clérigos”.
En el apartado de “Lugares de la tierra solariega de la villa de Saldaña” aparece Villapún con 31 vecinos, de los cuales 29 eran “pecheros” y dos “clérigos” no habiendo ningún “hidalgo”, lo cual para esta época podía significar una población total de unos 130 habitantes.
DESPOBLAMIENTO DE VILLARRILDA (1587-1591). Muy significativo es que en este mismo censo, llamado “de los Millones”, en el apartado de “Lugares del Juzgado de Saldaña” aparece también Villa Rilda, pero ya como despoblado pues no se indica la existencia de ningún vecino. Puesto que en el censo por Obispados de 1587 sí que aparece este pueblo como lugar aún habitado, esto implicaría que el despoblamiento de Villarrilda debió de ocurrir en un período de tiempo relativamente corto entre 1587 y 1591.
La tradición oral ha mantenido hasta nuestros días la posibilidad de que el despoblamiento de Villarrilda fuese causado por alguna de las epidemias de peste acontecidas en la época medieval y el hecho de que el despoblamiento se produjese en un período de tiempo tan corto apoya esta hipótesis. Existen referencias sacadas de los libros de acuerdos municipales del concejo de Saldaña que indican que la Villa y su Tierra no se vieron afectadas por ningún brote de peste importante durante la mayor parte del siglo XVI (4). No obstante, también disponemos de una importante fuente documental gracias al libro publicado por Joaquín de Villalba en 1802 con el título "Epidemiología Española o historia cronológica de la pestes, contagios, epidemias y epizootias que han acaecido en España desde la venida de los cartagineses hasta el año 1801" (12). Por el mismo sabemos de diferentes brotes de peste a finales del siglo XVI, algunos de los cuales afectaron a ciudades próximas como Palencia, Burgos o Valladolid, por lo que no es raro que alguno de ellos pudiera llegar también a pueblos de la comarca de Saldaña. Así, por ejemplo en 1581 se extendieron focos de peste por ambas Castillas, llegando a prohibirse en la ciudad de Palencia las representaciones públicas el día del Corpus. En 1587 la peste hacía estragos en Madrid y también se registró en la ciudad de Burgos. Importantes brotes se repiten en diversas ciudades españolas durante 1587, 1588 y 1589 y con el cambio de siglo "se derramó por casi todos los reynos de España y atacó principalmente a un número infinito de niños y jóvenes de ambos sexos, con tanta fuerza y vigor que los que no murieron llegaron a los umbrales de la muerte", como relata el propio Joaquín de Villalba. Hay que considerar que dichos brotes se cebaban en los asentamientos masificados donde se producían grandes mortandades, por lo que era frecuente que muchas personas huyeran de ellos refugiándose en los pueblos. Es así como pudo llegar la peste a Villarrilda, causando la desaparición de todos sus habitantes, que por entonces debían de superar el centenar.
Con posterioridad al despoblamiento, Villarrilda pasó a pertenecer primero al hospital de Nuestra Señora de la O en Carrión de los Condes y después a los canónigos regulares de San Agustín de la orden de Santa María de Benevívere (13), monasterio situado también cerca de Carrión, fundado en 1169 y derribado en 1843 con la desamortización, pasando entonces sus propiedades en Villarrilda a manos particulares. Hacia mediados del siglo XX los terrenos pertenecieron a una familia de terratenientes a los que se conocía en Villapún como los “guaitas” y para los que trabajaban jornaleros de los pueblos cercanos, cultivando las tierras y cuidando los ganados. Con posterioridad vendieron sus propiedades que quedaron en su mayoría en manos de villapuneses.
FAMILIARES DE HOMBRES ILUSTRES. El licenciado Toribio Santos de Risoba fué Canónigo y Arcediano de Saldaña hacia 1635, teniendo orígenes en Villapún ya que era nieto de Pedro y María Lastra, naturales de este pueblo. La familia Santos de Risoba ha sido de gran raigambre en la zona y particularmente en Santervás de la Vega, donde uno de sus personajes más ilustres, Bartolomé Santos de Risoba que era tío de Toribio, llegó a ser obispo de Sigüenza y está enterrado en la iglesia de Santervás bajo una imagen orante (14).
VILLAPÚN EN EL OBISPADO DE LEÓN. Durante todo este período los pueblos de la zona estaban bajo la jurisdicción religiosa del Obispado de León, debiendo de pagar tributos a la Santa Iglesia Catedral de dicha ciudad. No debía de ser raro que en época de penurias o malas cosechas el pago de dichos impuestos se retrasase, por lo que el Obispado reclamaba a las iglesias el cumplimiento de sus obligaciones. Así queda reflejado en un documento del Archivo de la Catedral de León (15) fechado el 6 de julio de 1697 ("Colección documental del Archivo de la Catedral de León" de José María Fernández del Pozo):
N°2319. 6ff. REG. GARCÍA VILLADA , Catálogo, 194. (6157) 1697, julio, 6 "Allanamiento del cura de Villapún y Gromaz, aviniéndose a pagar los diezmos de legumbres."
Se habla de "allanamiento" cuando en un litigio se admite la demanda o decisión tomada, por lo que el cura de Villapún accedió a pagar el diezmo de legumbres que se le reclamaban.
Una vez más encontramos el nombre de Villapún ligado al de Gromaz, considerando al cura como titular de ambos lugares.
Los bienes del foro eran debidos a unos terrenos cuyas rentas pagaban varios vecinos y consistían en cuatro cargas de trigo, doce gallinas y cincuenta reales. Don Hipólito poseía numerosos “caudales en muebles, semovientes y heredades” en diferentes pueblos y su última voluntad fue ser enterrado “en la iglesia de S. Pelayo de Villapún, debajo del altar de S. H
ipólito, cuatro o cinco pies desviado del altar y pegado a la tapia de la iglesia. S
e ha de ofrecer sobre su sepultura media carga de trigo en grano y otra media en pan cocido, vino y cera.”
Además deja “seis tapices de verduras con unos pájaros para ornamento de la iglesia.”
EL CURA DE VILLAPÚN EN EL SIGLO XVII. En su "libro de pleitos en la Villa y Tierra de Saldaña" (16) cuenta José Antonio Talironte que el 10 de marzo de 1652 dejó testamento el bachiller Hipólito Marcos, natural de Villapún y cura del mismo lugar, en el que legaba “el fuero que tiene en Las Heras para estudiar parientes de su linaje (…) y después mandaba el dicho fuero a los pobres del lugar de Villapún”. El primer beneficiado fue “su sobrino José Marcos por todos los días de su vida sin poder enajenarlo. Y después de sus días, el dicho fuero y censo perpetuo lo lleve el hijo que estudie gramática…o el pariente más próximo…si no hay parientes un hijo de vecino de Villapún que estudie gramática a elección del cura y regidores del lugar…” El usufructo sólo podría disfrutarse durante ocho años, pasados los cuales pasaría a otro estudiante.
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Este testamento dio lugar un siglo después a un pleito en el que Matías Marcos, vecino de Villapún, reclama el legado de su antepasado para su hijo Pedro, que estudiaba gramática en Carrión, asistiendo a la “clase de medianos en el banco de arriba.” La sentencia definitiva de la Real Audiencia de Valladolid se dictó el 11 de abril de 1747 y dio la razón al reclamante (16).
CONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA DE VILLAPÚN.
La iglesia actual de Villapún ya existía en el siglo XVII como así lo atestigua la referencia anterior y su construcción debió de ocurrir a principios de este siglo.
La torre es posterior y se terminó en 1711, como figura en la placa situada en su cara oeste y en la que puede leerse lo siguiente:
“YZOSE ESTA OBRA SIENDO CVRA EL LDO. BASILIO MARCOS. AÑO DE 1711. BLAS GOMEZ. PASÓ.”
Por otra parte, a la entrada de la iglesia hay una pequeña pila bautismal en la que aparece una inscripción que indica el año de 1777.
No obstante debió de existir una iglesia con anterioridad puesto que tenemos la referencia que aparece en el “Becerro de las Presentaciones” del siglo XIII en el que dice:
“En Villaron e Gramaz, Sant Pelao. La iglesia del conçeio.”
Nos plantea la posibilidad además de que dicha iglesia, al igual que el pueblo, estuvieran en aquella época en un emplazamiento diferente del actual, en el pago de Gromaz, aunque es difícil de comprobar y es más probable que la actual se construyera sobre la antigua.
En relación a los curas que han pasado por esta iglesia tenemos referencia de los siguientes:
D. Hipólito Marcos (principios del siglo XVII). Dejó testamento en 1652.
D. Basilio Marcos (comienzos del siglo XVIII). Ejerció cuando fue construida la torre en 1711.
D. José Palacios (mediados del siglo XVIII). Actuó como testigo en las Respuestas Generales dadas por el pueblo para el Catastro del Marqués de la Ensenada en 1752.
D. Rafael Aparicio (finales del siglo XVIII-comienzos del XIX). Figura como cura en el censo de población de los 25 lugares de la Tierra de Saldaña que data de 1800.
D. Eugenio Vega (principios del siglo XX). Ya figura como cura del pueblo en 1905 y aparece a la cabeza de las donaciones del pueblo realizadas para la coronación de la Virgen del Valle en 1930.
D. Exiquio Gutiérrez (mediados del siglo XX, hasta los años setenta), cura natural de la montaña palentina. En 1953 ya está en Santervás como arcipreste.
D. Pompeyo Fernández (finales del siglo XX, hasta los años noventa), natural de Villarrobejo.
D. Raúl, D. Juan Carlos y D. Melchor, compartieron tareas sacerdotales durante los años noventa del siglo pasado.
D. Luís Ángel, fue cura hasta su traslado a Saldaña a finales de 2017.
D. Tomás, que es el cura actual.
PLEITOS POR EL APROVECHAMIENTO DE PASTOS COMUNALES. A lo largo de la historia varios han sido los pleitos en los que Villapún se ha visto involucrado como consecuencia de disputas entre pueblos por el aprovechamiento de los pastos comunales y así ha quedado reflejado en la monografía sobre este asunto publicada por José Antonio Tarilonte y basada en los archivos de la Real Chancillería de Valladolid (16).
Así en 1628 se inicia un “pleito civil entre Andrés Martínez, vecino de Poza, contra Fernando Velasco y Juan Ramos, vecinos de Villa Pum.” El asunto es que todos los pueblos solariegos pueden aprovechar con sus ganados los pastos comunales tanto de día como de noche, pero Poza no es solariego, sino únicamente lugar de la jurisdicción de Saldaña por lo que debería retirar los ganados al atardecer. Además, dicho pueblo tiene terrenos propios acotados a los que no pueden acceder los lugares solariegos durante la noche ni en gran parte del año. En el juicio, y como apoderados de Villapún, testificaron Gregorio Sastre y Bartolomé Nieto. La sentencia fue equilibrada pues se permitió que los ganados de Poza pastasen en los terrenos comunales, pero se le prohibió acotar sus propios pastos.
Otro litigio de similares características se inicia en 1675 entre “el concejo y vecinos de Villota del Páramo contra la justicia y regimiento de Saldaña y sus lugares de Villa y Tierra sobre el aprovechamiento de pastos.” Los ganados que pastaban en el término común de la “Raigada” fueron apresados en una ocasión y en otra también fueron molestados cuando se encontraban en Villarrilda, que es término común con el hospital de Carrión. Durante el juicio se hace referencia a la escasez de pastos y aguas en Villota, se nombra al “arroyo que pasa por el Val de Santa María y otro en Villarrilda” y que “las aguas de Los Barrios, Santa Olaja, Villapún y Villosilla no las pueden aprovechar los de Villota por ser sembrados y cotos boyales.” En primera instancia los vecinos de Villota pierden el pleito, pero apelan a la Real Audiencia de Valladolid, habiéndose perdido el resultado de la sentencia definitiva.
Otro pleito en el que se ve implicado Villapún tiene que ver con el paso de ganados por las cañadas, interviniendo los “concejos, justicia, regimiento y vecinos de la villa de Saldaña, su tierra y jurisdicción contra el Honrado Concejo de la Mesta” y tuvo lugar en 1679. Por parte de Villapún el representante fue Bartolomé Herrero, como regidor general de este lugar de Villa y Tierra, junto con los de Bustillo, Villarrabé y Villosilla. También testificaron diversos vecinos de los pueblos, entre ellos Santiago González de Villapún. El asunto es que algunos pueblos acotan sus pastos en determinadas épocas, pero alegan que no se produce ningún daño a la cañada real, puesto que la mayoría están alejados de ella. Por los lugares de Villota del Páramo, Villapún, Villarrobejo y Villambroz pasan los ganados por la cañada real y pastan sin problemas en los pastos comunales al igual que otros ganados que discurren por ella cuando se desplazan a ferias o mercados. La sentencia fue favorable al Concejo de la Mesta y obliga a los lugares de la jurisdicción de Saldaña a no acotar sus términos y a permitir a los ganados de la Mesta a pasar por sus cañadas, así como pastar libremente “respetando panes y viñas”.
Villapún en el siglo XVIII
VILLAPÚN EN EL CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA.
Pulsando en la imagen superior puedes consultar el documento de las Respuestas Generales dadas por los vecinos de Villapún para el Catastro del Marqués de la Ensenada, que nos permite conocer algunos interesantes datos de cómo era la vida en el Villapún de mediados del siglo XVIII. También puedes acceder a la trascripción íntegra de dicho documento. Se trata de una encuesta de cuarenta preguntas a la que fueron sometidos todos los pueblos de la Corona de Castilla entre 1750 y 1754 mediante un proceso catastral regulado y que constituyen las llamadas “Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada”. El objetivo de este catastro promovido por Fernando VI era realizar una reforma fiscal que sustituyera las complicadas e injustas rentas provinciales por un solo impuesto, la llamada “Única Contribución”, que no se llegó a implantar.
Por parte de Villapún las “Respuestas Generales” fueron dadas el 3 de julio de 1752 por la Junta del pueblo, representada por los vecinos del lugar Carlos Martínez, como Perito, y los Regidores Facundo Quijada y Manuel Merino, ante el Juez Subdelegado de Su Majestad Don Nuño Baca Osorio de la Carrera, el Fiel de Hechos Gregorio Aparicio, nombrado por la Justicia por falta de escribano, el Perito Pedro Marcos y los Regidores Únicos de Justicia Manuel Treceño y Matías Marcos, actuando como testigo imparcial el cura de Villapún José Palacios.
Describen así la localización de Villapún:
“Este pueblo es lugar, y se llama Villapun, Jurisdicción de la Villa de Saldaña de la comprehensión del Partido de la Ciudad de Palencia, esta que dista once leguas, y es del Obispado de León.”
En cuanto a la titularidad dicen:
“Este lugar es de Señorío y pertenece a la Excelentísima Señora Duquesa del Infantado, quien no tiene el derecho de nombrar Regidores, ni otro empleo, ni por esta razón percibe más cantidad que una porción que pagan por el derecho que han oído decir se intitula humazga, martiniega y pedido, según la costumbre.”
Describen la extensión del territorio de la siguiente manera:
“El territorio que ocupa el término de este Lugar es de Levante a Poniente tres cuartos y medio de legua, de Norte a Sur media legua y de circunferencia dos leguas y tres cuartos.”
Considerando que una legua equivale a 5.572 metros, la extensión sería de 4´8 kilómetros de Este a Oeste, 2´7 kilómetros de Norte a Sur y 15,3 kilómetros de perímetro.
Tenía por entonces Villapún “consunidad” de pastos y de aprovechamiento de leña en términos propios y privativos, perteneciendo al pueblo una quinta parte y el resto proporcionalmente a los demás lugares solariegos de Saldaña. También formaba parte de esta comunidad de pastos el por entonces ya despoblado de Villarrilda, junto con los de Cabañas, Villaalbero, Los Cornones, Valcavado, Villafrades, Villagatón, Casares, el Valle del Olmo y Sotobregada.
En lo que se refiere a los tipos de tierras:
“Este lugar es de sembradura de secano, unas que llaman herrenes que producen sin intermisión, y otras solamente el segundo año por necesitar otro de descanso, prados de secano que se siegan y otros que sirven para el pasto de los ganados de los vecinos de él, y demás que tienen consunidad, como las Heras que sirven para el recogimiento de frutos en el verano; tres pedazos de monte matorral y páramos en que se incluyen dos fanegas propias de la Iglesia del Lugar.”
Más adelante se describen las sembraduras de secano y los prados de guadaña ambos “de tres calidades: buena, mediana e inferior. Las Heras y Herrenes de primera calidad” y finalmente “diferentes prados, monte,matorral y páramos todos de ínfima calidad.”
En las ventas y traspasos se entienden por cargas de sembradura, medias cargas, fanegas, cuartos, celemines y cuartillos, correspondiéndose cada carga con 1.200 palos de a catorce cuartas castellanas cada uno.
El término de Villapún se componía de “mil novecientas fanegas de tierra, incluidas las diez fanegas las que se hallan en el término Común de Villa y Tierra que llaman terminiega.” De ellas 63 fanegas eran de prados de pasto, 6 de heras y 1.120 de monte, matorral y páramos, que producían estos últimos 28 carros de leña al año.
En cuanto a las especies de frutos que se recogen señalan trigo, centeno, cebada, avena y hierba, pagando impuestos bajo el sistema de diezmos, es decir una de cada diez partes, lo mismo que para la producción ganadera.
Se indica la existencia de algunas colmenas en casas del pueblo “de las cuales pertenecen a Don Joseph Palacios Cura de este Lugar doce, a Juan Sastre una, a Ana Sastre otra, a Matías Marcos otra y a Juan Ramos otra.” Ese Matías Marcos parece ser el mismo que reclamó por motivo del legado del cura Hipólito Marcos como hemos relatado anteriormente.
En cuanto a la ganadería se dice lo siguiente:
“En este Lugar y su término no hay otra especie de ganados más que el boyar, jumentos y jumentas, algunas yeguas, cabras, cabritos y castrones, y el lanar.”
De gran interés es la respuesta a las preguntas número 21 y 22 referidas al número de vecinos y de casas:
“Este pueblo se compone de treinta y tres vecinos y medio, con inclusión de tres viudas”.
“En este pueblo hay cuarenta y cuatro casas todas habitables sin incluir la del hospital y la de la fragua, diez paneras, tres pajares, ocho corrales de ganado, un suelo de casa arruinada, y aunque este lugar es de Señorío ningún vecino paga renta alguna por el establecimiento del suelo.”
Por esta época además había “taberna para el gasto de los vecinos, lo venden por turno como carga concejil, y así no se les considera utilidad alguna, como ni al Común por no sacar ni aún lo preciso para pagar el encabezamiento de sisas.” Las sisas eran el impuesto que se cobraba sobre géneros comestibles.
Muy interesante es también la existencia de un hospital, entendido como un lugar para el recogimiento de transeúntes además de para curas de urgencia:
“Hay un Hospital muy pobre, pues su renta se reduce sólo a dos fanegas y diez celemines de centeno ...... sin tener más ropa que una cama con dos mantas buenas …… y si alguno por casualidad viene, estando veinte y cuatro horas que es lo más que le permiten, para darle algún alimento, piden limosna por las casas de los vecinos, quienes por vez según les toca tienen el cargo de conducirle a otro lugar.”
Había siete pastores, cinco de ganado lanar y dos de vacas y caballerías.
Declaran que “no hay pobre de solemnidad alguno en este pueblo.”
En esta época algunos vecinos de Villapún y la propia iglesia del pueblo tenían propiedades en otros lugares próximos, como el caso de Santervás de la Vega.
VILLARRILDA EN EL CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA.
Para el "Catastro del Marqués de la Ensenada" los vecinos de Villapún debieron tambien dar respuesta de los terrenos del término despoblado de Villarrilda. Pulsando en la imagen superior puedes acceder a la copia compulsada de las Respuestas Generales que dieron y que se conserva en el Archivo de Simancas. También puedes consultar la transcripción íntegra de las respuestas a las cuarenta preguntas realizadas.
Lo primero que destaca en el documento de Respustas Generales relativas a Villarrilda, es la denominación que se le da en el encabezamiento:
“Copia de respuestas generales dadas por los Peritos de este Despoblado. Sn. Martín de Villarilda”.
La comparecencia de los vecinos de Villapún tuvo lugar el 10 de julio de 1752 “para el arreglo de la única contribución efectos y fondos sobre que así recae la que se está practicando en el término del despoblado intitulado San Martín de Villarrilda contiguo de sobre dicho Lugar”, donde se reitera en el nombre aplicado al despoblado. No debemos perder de vista que en el “Becerro de las Presentaciones de León” (siglo XV, pero copia del “Becerro Antiguo” del XIII) se dice que la iglesia de Villarrilda está dedicada a San Martín, por lo que no sabemos si realmente el nombre del pueblo podría ser San Martín de Villarrilda o más bien que el escribano de las Respuestas Generales confundió el nombre de la iglesia con el del pueblo.
Como vecinos de Villapún comparecieron los mismos que lo habían hecho una semana antes para dar respuestas sobre Villapún: Carlos Martínez, Facundo Quijada, Pedro Marcos y Manuel Merino juntamente con el cura José Palacios como testigo imparcial.
Al parecer, por esta época los terrenos de Villarrilda eran propiedad del Hospital de Nuestra Señora de la O. de Carrión de los Condes:
“Dicho Despoblado no saben si es de Realengo o de Señorío sí solo que la mayor parte del término de él la goza el hospital de nuestra señora de la O. de Carrión quien tiene el derecho refrendado y con efecto los bienes del presente del concejo de este Lugar son diez y nueve cargas de centeno”.
Su extensión era de cuarto y medio de legua de Este a Oeste, es decir poco más de 2 Km , y un cuarto de legua y quinientas setenta varas de Norte a Sur, unos 1800 metros. Tenía dos pedazos de monte, matorral y páramo, que producían anualmente 20 carros de leña, y dos prados de pasto.
En cuanto a los impuestos que se pagaban se regían por el sistema de diezmos, debiendo ceder una parte de cada diez producidas con carácter general y que se repartían de la siguiente manera:
“La mitad entra en la Villa Común de este dicho Lugar de Villapun y de la otra mitad se hacen tres partes, una lleva la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad de León, otra el referido hospital de Nuestra Señora de la O. y la otra el Cura que es de dicho Despoblado”.
LITIGIO CONTRA EL CURA DE VILLOTA. El aprovechaniento de de los pastos comunales es causa de un nuevo pleito que se inicia en 1755 entre “Saldaña y su comunidad de Villa y Tierra contra el cura de Villota del Páramo” (16). Al parecer los ganados del señor cura, Juan Francisco de Mieres, fueron sorprendidos y apresados por el regidor de Villapún y algún otro vecino cuando se encontraban en el término comunal de “Valdepoza” junto con su mayoral. Los vecinos de Villapún involucrados fueron Hipólito, Marcelo y José Ramos, como tenientes del guarda mayor, que fueron a la búsqueda del rebaño intruso montados en caballos.
El cura alega que sus ganados pueden pastar en terrenos de la comunidad de sol a sol al ser también párroco del despoblado de Villarroel, que era uno de los lugares de realengo. La sentencia fue absolutoria para todos, permitiéndose al cura que sus ganados pasten en los lugares comunales, pero bajo la condición de que abra casa en Villarroel y resida allí durante algún tiempo.
EL ROBO DE LA IGLESIA DE MANTINOS. El 24 de febrero de 1747 se produjo un robo en la iglesia de Mantinos, desapareciendo dos cálices, una cruz de plata y algunos hábitos, recayendo todas las sospechas en dos tratantes de aceite procedentes de Cervatos de la Cueza y que habían hecho noche en el lugar.
Partieron de Mantinos de madrugada, llegando a Villalba al amanecer y desde allí se dirigieron hacia Villapún donde pararon junto a la puerta de la tía Pascuala que les dio pan y dos cuartos de hierba. De Villapún fueron a la taberna de Villarrobejo y llegaron a Cervatos al anochecer. Días después fueron apresados y trasladados a Guardo, de donde escaparon para presentarse voluntarios en la Real Chancillería de Valladolid convencidos de su inocencia (16).
DONACIONES. Según queda recogido en los libros de las parroquias del Archivo Diocesano de Palencia en 1733 y 1734 vecinos de diferentes pueblos de la zona, entre ellos varios de Villapún, figuran en escrituras de donación para la fundación y memoria que pretende hacer el señor Don Marcelo Santos de San Pedro, abad de San Isidoro de león (14).
EL MONTE DE VILLAPÚN EN EL SIGLO XVIII. Derivado del “Catastro del Marqués de la Ensenada” en 1751 se hizo una recopilación de los bienes comunales de la Villa y Tierra, como figura en un documento del archivo del ayuntamiento de Saldaña que lleva por título “Única contribución provincia de Palencia. Libro de haciendas de seglares de la Villa de Saldaña” (4). En el mismo aparece alguna referencia a lugares ubicados cerca de Villapún.
Así, la “Majada Mazarrillo”, situada en el camino entre Villapún y Villalba, a dos leguas de Saldaña, era un "monte de leña de roble" que aportaba “diez obradas” y con un valor de “42”. La obrada era una unidad de medida agraria de superficie equivalente en Palencia a poco más de 53 áreas, es decir que la extensión de dicho monte era aproximadamente de media hectárea.
Más interesante resulta el pago de “Mambuey”, que era un “monte chaparral de leña de roble”, situado a dos leguas de Saldaña en el término de Villapún. Este monte debió de ser muy importante ya que es el más extenso del total de 57 propiedades comunales que aparecen en esta relación. Ocupaba nada menos que “833 obradas”, que equivaldrían a algo más de cuatro kilómetros cuadrados, y era además el de mayor valoración por su rentabilidad, cifrada en dicho documento en “3517”, aunque no indica de qué unidades se trata. Dada su extensión, podemos pensar que este monte se ubicaba en la zona de La Cerra y el Quiñon, terrenos que han sido roturados para el cultivo y repoblación con coníferas, con lo que sin duda han perdido parte de sus valor ecológico y forestal.
LA PROVINCIA DE PALENCIA. A finales del siglo XVIII el Reino de España se dividía en treinta provincias, perteneciendo varios pueblos palentinos a la antigua provincia de Toro, que fué suprimida definitivamente a principios del siglo XIX. En 1789 encontramos la referencia del Conde de Floridablanca en su obra "España dividida en provincias e intendencias", donde figura Saldaña y lugares de su jurisdicción, todos ellos señoríos seculares del Duque del Infantado (4): Acera, La Aldea, Los Barrios, Bustillos, Fresno, Lagartos, lagunilla, Pino, Quintana, Santhervás, San Llorente, San Martín del Valle, Santa Olaja, Valcabadillo, Velilla, Villambroz, Villafuel, Villaluenga, Villapún, Villorquite, Villa-rodrigo, Villarravé, Villa-roveso, Villosilla, Villota del Duque, Villa la Fuente.
El libro de seglares y eclesiásticos de Villapún (1758-1854)
La familia Sastre de Villapún conserva un antiguo manuscrito que se titula "de Seglares" y es una relación de propietarios de tierras y haciendas familiares de los vecinos del pueblo. En alguno de los títulos interiores aparece "Seglares y Eclesiásticos", pero parece que se recogieron sólo los primeros, y no los bienes del cura u otros religiosos del pueblo. Tiene su lógica, ya que que al parecer su objetivo era el pago de impuestos, y la iglesia tenía sus propias normas a este respecto. En el mismo aparece una fecha de registro del 2 de junio del año 1758 , firmado por Bernardo Díez Paniagua. Curiosamente no comienza con la fecha en que se realizó, y tan sólo podemos guiarnos por dos comentarios al final del mismo, uno de 1758 y otro de 1854. Es muy curioso que en algunas referencias se nombra al pueblo como "Villapún de la Cerra".
El objeto del libro es detallar una relación por orden alfabético de los vecinos del lugar con sus pertenencias por las que contribuían a la Hacienda Pública.
En la primera hoja aparecen los nombres de: Manuel Francisco de "Villapún de la Cerra", Santiago Laso y Juan Puñeta, quienes dicen escribir de puño y letra, como si quisieran fortalecer su actuación.
Primero presenta una memoria de calidad de las fincas de los vecinos, mediante la especie de cereal que producían y el rendimiento en “reales de vellón”. Como unidades de superficie se utilizan la fanega y el celemín.
En segundo lugar aparece la lista de los vecinos del pueblo por orden alfabético. Eran 15 en total y el número de los forasteros 72. A los primeros vecinos se les documenta con nombre, oficio, edad, estado civil (casado, soltero, viuda), nombre de la consorte y su edad, así como el de sus hijos. También aparece alguno casado en segundas nupcias e hijos de casamientos anteriores. Algún propietario tiene criado de labranza, sirvienta y pastor a su servicio. No es raro tener en la familia algún sobrino o nieto, en caso de no tener hijos.
Por el cabeza de familia, se va señalando sus propiedades -fincas, herrenes, prados casa y ganados- y su contribución en reales de vellón. De cada finca de su propiedad constan los siguientes datos:
-El pago donde se encuentra. Es notorio que algunos de los nombres de los lugares donde están las tierras se conserva hasta el día de hoy (La Marineja, Hontablada, Villacuerno, Lagún del Bravo, Gromaz,…)
-La distancia en pasos o leguas de su situación desde el pueblo.
-El nombre de los linderos (al Levante, Poniente, Norte y Sur).
-En el margen izquierdo viene el croquis de la finca con la clase de tierra según su riqueza y dentro de ella su superficie (en fanegas o celemines).
-En el margen derecho están escritos los reales a pagar como contribución a Hacienda.
Las fincas de “herren” y “prados” proporcionan a su tiempo hierba verde para los ganados y tenían mucha importancia en la economía familiar en esa zona de secano por lo que tienen un trato aparte.
También la casa de su propiedad es tratada con la importancia debida. A veces se las da el apelativo de "fumadgas” (casas habitadas). Señala su ubicación, con el nombre de los edificios linderos o de la calle correspondiente. Apunta su amplitud en varas de fachada y de fondo y los servicios en la planta baja.
Es tratada como importante la “hacienda”, los animales domésticos: las vacas, bueyes, ovejas, yeguas, burros y los cerdos “de cena” que poseían. Villapún , como otros pueblos de su entorno, tuvo un origen ganadero ya que la base fundamental de la economía hasta no hace mucho tiempo fue la ganadería.
Se repobló esta zona española con pastores al servicio de un señor feudal, construyendo sus casas junto a los corrales para el ganado.
Una persona de la familia será el pastor o bien se ajustará un pastor para el año. Si el número de ovejas no era suficiente para hacer un rebaño se acordaba agregarlas a otro rebaño de un vecino, práctica que se conoce como “alparcería". La pérdida de un animal era una desgracia importantísima para la economía familiar.
El "libro de Seglares de Villapún" nos refiere también otros pagos que tenían que satisfacer anualmente los vecinos a la Señora Duquesa del Infantado, que percibe 705 Reales por los "derechos de Alcabala", en los que se incluyen el de "humazgas" y "martiniega".
También percibe las "penas de Cámara" de las multas que se imponen en las causas comunes y criminales por el Corregidor en la villa de Saldaña. Estos derechos los percibe de los vecinos de Saldaña, así como de los veinticinco lugares de la tierra solariega, entre los que se incluye Villapún. En este sentido el libro dice:
“Item, percive dha exma Señora Duquesa de Infantado dos partes de seis de los diezmos que devenga, el segundo diezmo mayor de trigo centeno avena, cebada, lino lo q Se excede se arrendar en setenta y ocho rrs. “
Al final del manuscrito aparece la siguiente referencia:
“Es copia deel Libro Original de Hazda de Seglares que queda enla Contaduría Prâl deesta Provinzia contiene quatroctas y zinq ta tomas deqe zertificamos Palencia dos. de Junio de mill setez.tos zinq.ta y ocho.”
Bernardo Diez Paniagua
En una hoja en blanco (página 404 ) y con distinta letra, se lee:
“Villapun y Maio de Mil ochozientos cincuenta y cuatro. Manuel Franco Natural de Villapun de Lacerra.”
Manuel Franco
Las actas del Concejo de Villapún (1797-1819)
Disponemos de una importante fuente de información sobre Villapún y el modo de vida de sus habitantes a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX gracias a las actas del Concejo de vecinos. A continuación publicamos dicho documento y también pueden consultarse sus correspondientes transcripciones:
Repasando algunas de las decisiones recogidas en las actas de los Concejos para ver detalles de lo que en ellos trataban podremos hacernos una idea de los problemas cotidianos, que tenían que resolverse en comunidad, en “concejo”. Las principales preocupaciones, hasta no hace mucho tiempo, eran sin lugar a duda aquellas relativas a la salud y la familia, lo tocante a la religión, el pan de cada día, el trabajo de la tierra y el cuidado del ganado. Así, la mayoría de las decisiones a tomar tenían que ver con las ventas (de tierras, abono, animales domésticos, centeno y patatas), los arrendamientos (de tierras, “praos”, la taberna del pueblo), el pago de obligaciones (como la contribución y los arrendamientos), las tareas que los vecinos prestaban al concejo, las contrataciones o “ajustes de personas necesarias” (el tabernero, el campanero, el vaquero, el tejero, la persona que debe llevar las vacas a Palencia o a Carrión, el médico y el maestro), las subastas, etc.
En cuanto a la redacción de las actas, cabe destacar el buen hacer de los escribientes, considerando que fueron realizadas por personas que mal llegaron a leer, escribir y contar, pues fueron pocos los que en cada pueblo conseguían aprender estos fundamentos.
LOS MIEMBROS DEL CONCEJO. Desde 1797 a 1819 se nombran en el Concejo una serie de personas que por sus apellidos y sus actuaciones debieron ser en su mayoría vecinos asentados en Villapún, aunque algunos parece que eran de otros lugares y que vivieron temporalmente en el pueblo, como es el caso de maestros, curas, vaqueros, herreros, pastores, etc. El listado de miembros del Concejo para dicho período es el siguiente:
1.Agustín Montero 2.Andrés Gómez 3.Andrés Romo 4.Ángel Fernández 5.Bernardo González 6.Calisto Andrés 7.Enrique Sastre 8.Francisco Gutiérrez 9.Francisco Fernández 10.Felipe Abad 11.Felipe González 12.Fernando Palacios 13.Felipe Sastre 14.Froilán Fernández 15.Froilán Palacios 16.Isidro Palacio 17.Jacinto Lerones 18.Juan Andrés 19.Juan González 20.José Laso 21.José Gómez 22.José González mayor 23.José González menor 24.José Palacios 25.Juan Sastre 26.Lucas Marcos 27.Manuel Fernández 28.Miguel González 29.Matías Gómez 30.María Aparicio 31.Manuel Escobar 32.Miguel Sastre 33.Miguel Santos 34.Marcos Marcos 35.Manuel González mayor 36.Manuel González menor 37.Manuel Gómez 38.Manuel Palacios 39.Pascual Montero 40.Pedro Diez 41.Pedro amos 42.Pedro Abad 43.Pedro Palacios 44.Pelayo Sastre 45.Rafael Aparicio (cura) 46.Rafael Marcos 47.Rafael Sastre 48.Santiago Escobar 49.Santos Tarilonte 50.Tomás Martínez 51.Vicente González 52.Bernarda Calleja 53.María Martínez 54.Dominga Herrero 55.Francisca Merino 56.Inés Delgado |
MODO DE VIDA EN EL VILLAPÚN DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX. La cultura de las personas de Villapún de aquella época se basaba en sus fuertes convicciones religiosas y en ser diestros en el trabajo, con conocimientos sobre el rendimiento de la tierra y el manejo del ganado.
En cuanto a la salud, su vida era frágil debido a carencias nutritivas y a la falta de una sanidad adecuada. La mortalidad infantil debió ser muy alta y los cuidados médicos se limitaban a los de curanderos más o menos expertos en medicina natural.
A pesar de todo, las personas de entonces estaban curtidas por la sobriedad, el trabajo y la sana y limpia naturaleza, lo que les hacía ser fuertes e incansables.
La espiritualidad propia de la época tiene sus raíces en el medievo y exigía una vida religiosa intensa que diera respuesta a la musulmana más fanática. Si ellos rezaban mirando a La Meca, los cristianos en la iglesia se colocaban mirando a Jerusalén. Si los árabes rezaban 5 veces al día, el cristiano tenía horas de rezo al alba, al ángelus y al rosario por la tarde. En la vida clerical y monástica desde la Edad Media se rezan las horas canónicas de maitines, tercia, vísperas, etc. Al ayuno islamista se opuso el ayuno y la abstinencia de los creyentes cristianos, quienes además podían comprar la bula que les liberarse del ayuno y la abstinencia algunos días. Donde mejor se refleja su vida religiosa es en sus templos, en sus ceremonias, procesiones, cofradías y celebraciones litúrgicas. La asistencia a misa en domingos y fiestas de guardar era imperdonable.
Su incultura les arrastró a ser cristianos de cumplimiento, pero eran felices de ser, o aparentar ser, buenos cristianos.
En cuanto a su alimentación, era tan sencilla como repetitiva: para desayunar, sopas de ajo y un torrezno; para la comida, cocido de garbanzos viudos o con un trocito de carne de oveja si lo había, dejando algo para otra vez (eso sí, la carne bien curada, la cual se conservaba colgada en la despensa); y para la cena, patatas cocidas con otro torrezno. En épocas de mucha faena o días señalados, a media mañana se tomaban “las diez”, lo cual consiste en un trozo de pan y una raja de jamón o chorizo con un trago de vino del porrón. A media tarde era la hora de “echar las cinco”, donde aparecía una tortilla de patatas, chorizo, pan y vino, el cual si estaban en el campo lo llevaban en el barril o en la bota.
Para las ocasiones especiales, con “convidaos” o familiares que llegaban a casa, no faltaban jamón y chorizos de la orza (olla casera donde se conservaban con aceite o manteca los derivados del cerdo) y si era hora de comer, arroz con pollo de corral. Y siempre pan y vino. Claro está que las abuelas sabían otras recetas bien distintas. Pero, ¡eran tan pocos los días para practicar y convidar a su familia que más vale olvidarse de ellas!. Había que guardar “para por si acaso”.
En los concejos se subastaban los despojos de ovejas y carneros sacrificados, es decir las asadurillas, los vientres, la sangre y los pellejos . Así en uno de los Concejos se lee: "Son veinte y nueve reales que valieron los espojos de los carneros que se llevaron ha Villota, para raciones y vajado el importe en un cántaro de vino y da líquido, diez rreales."
Todo servía, nada se podía desperdiciar ni las “grancias”, es decir los restos de nudos de las pajas de centeno y algún grano del fin de la bielda o aventada, de las cuales también hubo subasta, pues la necesidad era grande.
Las carencias eran tan manifiestas que el día que arrendaban la taberna para el nuevo año, el tabernero de ese año que finalizaba debía pagar al concejo un carnero, un cántaro de vino y un celemín de garbanzos. Se supone que fuera para comer, reunidos todos los vecinos miembros del concejo.
Nos consta que hasta tiempos relativamente recientes los pastores, a diario, llevaba en su zurrón, un buen trozo de pan y uno o dos torreznos de tocino frito para todo el día. El agua para beber la obtenían de las numerosas fuentes que encontraban a su paso.
Las penurias se agravaban cuando llegaban a ancianos (ellos no se jubilaban nunca) y ya no podían trabajar. Los mayores cuentan que algunos ancianos vivieron gracias a la caridad de las vecinas que les auxiliaban con sus visitas, llevándoles caldos de gallina y huevos de su casa.
LOS OFICIOS DEL PUEBLO. De los principales oficios de la época nos dan alguna idea las actas del Concejo en que se ajustaban determinadas personas para ejercerlos.
EL CIRUJANO:
En alguna de las actas del Concejo se conciertan los servicios del médico o cirujano, así por ejemplo en la siguiente dice:
"En el lugar de Villapún a veinte y nuebe de Noviembre, digo de diciembre de este año de mil ochocientos quince, estando juntos Francisco Gutiérrez Regidor y Francisco González, vecinos y nombrados por el concejo de dicho pueblo para ajustar Facultativo: se trató con Dn Manuel Mancebo, cirujano de Pino del Río y con Dn. Bartholomé Therán, este para afeitar y demás casos según en el año anterior y aquel para casos de su Facultad a que se obligan a asistir estantes y habitantes de este pueblo, escepto casos de mano airada y por este trabajo se les da treinta y ocho quartos de Centeno y un Carro de leña que pondrán en casa de Therán, su paga en el tiempo acostumbrado, y por verdad y los efectos que convengan lo firmamos en dicho pueblo de Villa Pún, día y año arriba dichos y vale hasta el año de mil ochocientos y ocho, inclusibe Bartolomé Therán."
Manuel Mancebo
Francisco González Francisco Gutiérrez
Únicamente añadir que la “muerte por mano airada” se refiere a la que causa intencionadamente una persona a otra, casos en los que parece ser el médico no tenía obligación de intervenir.
EL MAESTRO DE ESCUELA:
Uno de los oficios más respetados era el de maestro, pues era el encargado de dotar a los "chiguitos" de unos conocimientos mínimos para defenderse en la vida.
En Villapún existió una casa del Concejo destinada a residencia del maestro. Estuvo situada pegada a la casa actual de Julio y Gimiro, en estado semiderruido hacia la segunda mitad del siglo pasado, cuando Cándido la adquirió para hacer la cuadra del ganado.
Veamos un ejemplo de la contratación del maestro del pueblo recogida en una acta del Concejo:
“En el lugar de Villapún a Beinte y siete días del mes de otubre de el año de mil 816 se ajuntaron los becinos en el público concejo y tubon por bien de ajustar a Pedro del Río, natural de la villa de Llánabes, maestro de primeras letras; es condición que le han de dar diez y nuebe cuartos de pan y media libra de lino cada muchacho y ha de dar escuela 9 meses."
Pedro del Río Bernardo González
En este otro Concejo se dan más detalles del pago al maestro:
"En el lugar de Villapún a dos días del mes Noviembre de este presente año de 1818 se ajustó D. Félix de la Cuesta para maestro de los niños de los Becinos de este dicho pueblo quya enseñanza debe durar desde el día de oy asta el último de marzo del próximo año de 1819, por cuyo trabajo se le ha de dar veinte quartos de centeno y además los niños que escriban le han de dar un Real cada mes y dos reales el que quente, en cuya conformidad lo firmó y firmaron los señor de Justicia."
Félix de la Cuesta Migel Sastre
Llama la atención la paga fija más el suplemento a pagar por cada familia en caso de que los niños aprendan a escribir o a contar.
EL TABERNERO:
La necesidad de tener un lugar donde juntarse para jugar una partida a las cartas y beber un jarro de vino mientras se hablaba de cualquier cosa era muy importante en aquellos tiempos, por lo que el oficio de tabernero suponía una manera de ganarse unas monedillas adicionales.
Veamos uno de esos concejos en los que se ajusta al tabernero, transcribiendo el acta del concejo al pie de la letra (hasta con sus errores):
“En el día dos de nobiembre de este año de Milochocientos y dos se sacó Arrendar la taberna de este lugar de Villapún para el año de Mil ochocientos y tres, con las condiciones antiguas de los años pasados, que son que el tabernero en quien se rremate dicha taberna ha de dar vino de Becerril o Paredes o las nuebe Billas de Campos y se le da a dichos lugares dos Reales y medio de porte sobre el costo de el bino y si se queda más acá de dichos lugares se le abonan dos Reales y si fuese más abajo de dichos lugares se le ponga el bino a precio de Becerril y Paredes, aunque le coste más barato y de porte no se le abone más que los dos Reales y medio y en tres meses de ybierno que lo trayga dende pueda, se le den los dos Reales y medio y se le abone en cada un carro dos acumbres de bino para mermas y media de fieles y el testimonio por quenta del Concejo y con estas Condiciones para dicho año la puso Felipe Sastre en seyscientos Reales, quatro celemines de garbanzos y un cántaro de vino, y bolbiéndola a sacar en dicho día la puso Marcos Marcos, vecino de él, en setecientos Reales = en el día Diez de dicho mes se bolbió a sacar la taberna y la pujó de las demás posturas echas Ypólito Marcos sobre setecientos Reales que estaba puesta – una arroba de pescado, digo arroba y media, dos celemines de garbanzos, dos libras de acyte, dos cántaros de bino. Y en quinze del mismo mes se sacó con rremate y se harremató en
el mismo Ypólito Marcos en la misma postura que la tenía puesta y las mismas condiziones ya espressas = y dió por sus fiadores = de abono y quiebra = Francisco González, vecino de este dicho lugar."
Enero, tres de mil ochocientos y tres = Hipólito Marcos Francisco González
Se apuntaban en el concejo pormenores muy suspicaces, como la procedencia del vino (de Becerril o Paredes) y lo que ha de pagar al Concejo por cederle esta actividad laboral con ganancias seguras. Luego le controlarán si echa agua o no y el precio del cuartillo al cliente.
Esto se repetía cada año con escasas variaciones.
EL HERRERO:
El arreglo de los utensilios de labranza para tenerlos a punto era imprescindible. Para los aperos de hierro se necesitaban cierta especialización y un local adecuado: “la fragua”, edificio que existió en Villapún hasta que se derrumbó en los años ochenta del siglo XX. El tener un buen herrero era fundamental y por eso frecuentemente se juntaban en Concejo para “ajustar” a uno que conociese bien el oficio.
Veamos un acta sobre el tema:
“En el día quatro de octubre de este año de mil ochocientos y uno. Ajustamos. Alejandro Pasqual para asistir la fragua de errero para el año de mil ochocientos y dos. Con la condición que ha de asistir en este lugar de Villapún. Y le damos por su salario por dicho año seys cargas de centeno. Y se le ha de dar cobrado. Y dicho herrero nos ha de poner el carbón y nos ha de componer las rrejas, calzar y echar rebatiduras, harmellas para los arados, calzar azadas y azadones y rebocarlas, apuntar orcas y ganchos, hacer arpones y orejeros, echar armellas a palas de madera y hacer banzones y conponerles, y todos los aperos de labranza y por verdad lo firmamos y firmó dicho herrero. Villapún y octubre, quatro de mil ochocientos y uno _______________"
Manuel Gómez Alejandro Pasqual
Francisco Gutiérrez
Por los ajustes del herrero se deduce la importancia de su oficio. Desde la edad de los metales el oficio de herrero fue necesario y muy valorado por la comunidad. Les escribían sus derechos y deberes para no tener problemas, pues a la hora de labrar la tierra y otras labores campesinas debía estar todo en su punto. Se desprende también que los aperos eran débiles y por eso se doblaban y se partían fácilmente. El acta nos da relación además de algunos de ellos:
Las “rejas” son las piezas de hierro del arado, de forma piramidal y que sirven para romper y remover la tierra.
Las “rebatiduras” son cosidos o costuras que se hacen entre dos bordes, algo así como un remache.
Los “arpones” eran aperos que se utilizaban para remover el terreno.
Los “orejeros” son cada una de las dos piezas de madera del arado romano incrustadas transversalmente a uno y otro lado del dental y a modo de vertedera, siendo su función ensanchar el surco expulsando la tierra hacia los lados.
Las “armellas” eran anillos metálicos dotados de una espiga o tornillo para fijarlos al arado.
Finalmente los “barzones” son una especie de anillos de madera, hierro o cuero, con forma de U por donde pasa el timón del arado para uncirlo al yugo.
EL TEJERO:
La importancia de una buena vivienda radica en un perfecto tejado y este necesita que la teja esté bien elaborada y bien cocida para que no deje penetrar las humedades cuando lleguen las frecuentes lluvias y los rigores del invierno. Veamos una acta en la que se ajustan los encargados de la tejera:
“Dezimos nosotros thodos los vecinos de este lugar de Villapún que damos y nos obligamos ha dar el tejar A Diego Sena, a Juan de (…) y Pedro de Sotres, todos vecinos de la villa de Llanes y nos obligamos a darles la cassa con puesta y los adobes nezesarios para el orno y nos obligamos todos los vecinos un carro de brezos para el primer orno y nos ha de dar a seis Reales por cada carro y han de ser fiados asta el San Miguel de este año = y los rreferidos nos ha de dar por este año zien y un Millar de teja y dos cántaros de vino y a los vecinos les han de dar la teja nezesaria y ha de ser a sesenta Reales el millar, fiándonos el ladrillo al prezio de la teja – y todos unos y otros
nos obligamos a dichos tratos y lo firmamos – Villapún y marzo, treinat de 1801."
Felipe Abad Bizente González
Juan de (…)
EL CAMPANERO:
Las campanas, colocadas en el punto más alto del pueblo, eran por aquel entonces las que dirigían la vida de los vecinos llamándoles a la iglesia y otros quehaceres cotidianos.
El campanero tenía la llave del “casillo” que daba paso a las troneras de la torre, a las que se accedía mediante una escalera con banzos de troncos de roble poco trabajados.
Veamos lo que dice al respecto de las funciones del campanero un acta de 1799:
“En veynticinco de Abril de este año de noventa y nuebe se sacaron arrendar las campanas, con la condición de que se ha de tocar a nublado y a niebla y tres beces al día: al alba, a mediodía y a la oración, y con esta conformidad se rremataron en Agustín Montero en cinquenta y quatro celemines de centeno.”
Este concejo se repetía todos los años.
Si había niebla el campanero tocaba para que los ausentes se orientasen y evitar que se perdieran por el campo. Al amanecer, tocaba para que la gente se despertara. A mediodía, para rezar el “Angelus” y decirles a todos que había pasado la mitad de la jornada y la comida estaba presta. Al atardecer, tocaba para finalizar faenas e ir al “Rosario Vespertino”, como de costumbre. Aunque no se citan, el sonido de la campana se utilizaba para ir a la Santa Misa y para otros eventos de la vida en el pueblo: “a los bueis”, es decir a llevar a beber las vacas o bueyes, “a posa” o a difunto cuando moría alguien del pueblo, “a quema”, “a huebra” o “a concejo”. Además si se acercaba un “nublao” el campanero tocaba “a tente nublo”. Mientras tocaba la gente recitaba, cual rezo, estos versos:
“Tente nublo / tente tú,
Que Dios puede / más que tú.
Si eres lluvia / ven acá,
Si eres piedra / tente allá”
En la pared de la torre de algunas iglesias ha permanecido el reloj de sol de toda la vida al que acudían a preguntarle la hora aquellos que carecieron del de muñeca. Después, llegó el de manecillas que hacía sonar la campana para saber desde lejos la hora exacta.
Queda claro que los toques de campanas dirigían la actividad diaria de los vecinos transmitiendo mensajes fáciles de entender por los que las oían y en muchos casos movían los propios sentimientos.
Entonces y ahora cualquier persona con una mínima inquietud podía plantearse lo que la torre de la iglesia significaba: la torre es para mí donde la veleta señala la dirección del viento, donde el reloj de sol con la varilla orientada señala las horas del día sin detenerse. Suma y resta al unísono, nos dice: “una más tengo y una menos me queda”. A mí el reloj de sol me pone en guardia, pues, señalando el presente como frontera del pasado y el futuro, no repara en el ahora. Pero, como el pretérito y el futuro no son el presente…no existen. ¿Para que preocuparme?. ¿Por qué no ha habido un inventor del mágico reloj que marque sólo el tiempo en un “eterno presente”?.
EL VAQUERO:
En pueblos eminentemente ganaderos el cuidado de los animales era vital. En cada casa había un rebaño de ovejas y su pastor era uno de los miembros de la familia. Las vacas, con dos o alguna más por vecino, las juntaban para hacer cabaña y entre todos contratar un vaquero para su cuidado durante el tiempo convenido. Dos de ellas se reservaban como yunta para arar y tirar del carro. El resto, quien se las pudiese permitir, se las cuidaba en el monte para ser vendidas a su debido tiempo en la feria de Saldaña, Cervera, Puente Almuhey, Carrión o Palencia. A ellas, y a otras ferias, acudían andando con sus vacas uncidas con un palo grueso a modo de yugo para su mejor control durante “la tirada”.
Mostramos una de las actas en las que se ajusta al vaquero:
“En veinte y cinco de Maio deste presente año 1799 se ajustó Calisto Andrés para guardar las vacas deste dicho lugar desde el San Miguel de dicho año asta el de ocho cientos y se le da por su soldada siete cargas menos fanega de zenteno y quatro ducados en rrazón de la capa y se le ha de dar rravadán quando le necesite, y por verdad lo firmamos en Villapún, dicho día, mes y año y se acvierte que es a puerta zerrada. Testigo arruego Andrés Romo.
Como fiel de fechos Andrés Bueno."
Froylán Fernández
Añadir que siete cargas de centeno se corresponden con 14 sacos, de 4 cuartos cada uno y la fanega son 2 cuartos.
Para finalizar añadimos algunas resoluciones del Concejo interesantes.
En la primera nos da datos de la propiedad de Villarrilda a principios del siglo XIX:
“Como Mayordomo actual que soy de la Cofradía de Ntra. Señra. de la O : sita en su Ospital Extramuros deesta Villa, he rezivido del Concejo y Vezinos de el Lugar de Villapún veinte y zinco Cargas y seis quartos de Centeno, por la venta del término Despovlado de Sn. Martín de Villarrilda que es propio de esta Cofradía, y son por la paga que a cumplido en el presente año de la fecha; y
para que sirba de resguardo a dicho Concejo y vezinos doi el presente que firmo en Carrión y Septiemvre, veinte y tres de mill y ochozientos.
Son 25 cargas y 6 quartos de Centeno." Josef del Corro
En actas del año 1811 se informa de la "vez" para diferentes asuntos:
La vez del rabadán para este año quedó en casa de Pedro Abad.
La vez de la paja en casa de Francisco Merino.
La vez de sacar la mies en casa de Pedro Abad.
La vez de bañar las vacas en casa de Francisco González.
La vez del pan en casa de Pedro Diez.
Hay que aclarar que "bañar las vacas" suponía echarlas al agua para que bebieran y se refrescasen.
La siguiente de 1812 da cuenta de diferentes ventas y arrendamientos:
"En dos de Marzo se vendió un pedazo de campo del Conzejo ha las Pradillas y se rremató en el Señor Dn Matías Gómez, en valor de Ciento y ochenta rreales.
En veinte quatro de Marzo se vendió la borra que dio Dn gavriel de Prado y valió treinta y cinco rreales.
En veinte y ocho de Agosto de 1812 se aremató, Digo se vendió un pedazo de campo en el Guarate y se rremató en el Sr. Dn. Matías Gómez en dos cientos y nobenta rreales."
Un año después "se sacó a rendar la tierra de la Cañadilla de Concejo, la de la parte de arriva y se aremató en Rafael Marcos en tres zelemines de zenteno."
Villapún en el siglo XIX
POBLACIÓN A PRINCIPIOS DEL XIX. En el archivo municipal saldañés existe un censo de población de los 25 lugares de la Tierra de Saldaña, fechado en 1800 y que da referencia del nombre de cada uno de los vecinos de cada población (4). El número total de vecinos para los 25 lugares era de 682, lo que para esa época podían ser casi tres mil personas. En ese censo Villapún aparece con 30 vecinos, unas 120 almas en total, cuyos nombres aparecen indicados a continuación:
Rafael Aparicio (cura) Matías Gómez (beneficiado)
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A buen seguro que alguno de los lectores de estas líneas encontrará en el listado anterior referencias de algún posible ascendiente suyo.
VILLAPÚN DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1813). La ocupación por las tropas francesas y la pretensión de Napoleón I de instaurar en el trono de España a José Bonaparte en detrimento de Fernando VII dio lugar al alzamiento popular que en su conjunto se conoce como la guerra de la Independencia Española, acontecida entre 1808 y 1814.
Por los archivos de la Real Chancillería de Valladolid tenemos constancia de que a principios de abril de 1813 un regimiento de tropas francesas se asentó en Carrión y Saldaña, enviando además un destacamento militar que se ubicó en Villapún. Es fácil imaginar que este destacamento se situase en las eras del pueblo. La presencia de los militares debió sembrar el desconcierto entre los pueblos de la zona porque los soldados hacen acopio de todo lo que necesitan para su sustento. Así, en una de las actas del Concejo de Villapún de ese año de 1813 puede leerse los siguiente:
“Lo primero -22 Reales del Campo que tomó Dn. Juan Macho.
Idem- 61 Rs, de una caballería que también se quedó en D. Juan
Idem -12 reales de los vientres de las reses que se mataron para los franceses.”
José Antonio Tarilonte en su obra sobre los pleitos civiles en la Villa y Tierra de Saldaña (16) relata como en una de sus incursiones varios de los soldados se dirigen desde Villapún hasta Santa Olaja exigiendo viandas, aunque la mayoría de los vecinos habían huido. En compañía del regidor del pueblo requisaron, entre otros víveres, dos vacas y dos gallinas de la vecina Felipa Monge quien salió gritando detrás de los franceses. Regresan hasta la guarnición acampada en Villapún, llevándose como rehenes al regidor del pueblo y a “Lorenza Brezosa, hija de Don Pedro” y siendo además seguidos por Felipa que solicita que le devuelvan sus pertenencias, a lo que el comandante responde que no lo hará hasta que el pueblo pague su contribución como obligación de acuartelamiento. Finalmente Santa Olaja no cumplió y Felipa se quedó sin sus vacas por lo que denunció al concejo, regimiento y vecinos del pueblo, ganando finalmente el pleito.
VILLAPÚN EN EL DICCIONARIO DE MIÑANO (1826-1829). Pasado el primer cuarto de siglo, Sebastián Miñano y Bedoya, palentino de Becerril de Campos, comenzó a publicar los diez volúmenes más un suplemento de una magna obra con el título de “Diccionario geográfico y estadístico de España y Portugal” (17), en la que trata de describir la realidad geográfica y económica de la España de la época.
En este trabajo hay una reseña a Villapún, del que dice lo siguiente:
“Villapún. Lugar Secular de España, provincia de Palencia, partido de Carrión, obispado de León. Regidor pedáneo, 29 vecinos, 115 habitantes, 1 parroquia, 1 pósito; situado en un páramo llano, no teniendo más aguas que las de una fuente. Clima desigual. Producción buenos pastos para ganado lanar; su principal cosecha es de centeno y avena, y tiene todo género de ganado. Dista cinco leguas de la cabeza de partido. Contribuye 1.114 reales, 15 maravedís. Derechos enajenados 246 reales y 9 maravedís.”
LAS GUERRAS CARLISTAS. Con este nombre se conocen los tres enfrentamientos civiles acontecidos en España a lo largo del siglo XIX entre los conservadores “Carlistas”, partidarios del pretendiente Carlos de Borbón, hermano de Fernando VII, y los liberales “Isabelinos”, partidarios de la reina Isabel II, hija de Fernando VII y María Cristina de Borbón y por lo tanto sobrina de Carlos de Borbón.
Durante este período histórico no se produjeron importantes batallas en la provincia de Palencia, pero sí el paso y asentamiento de tropas de uno y otro bando, con la consiguiente obligatoriedad de suministrarles víveres de todo tipo, así como la aportación extraordinaria establecida para la provincia. A tal fin se disponía hacia 1835 de un censo del número de vecinos de cada pueblo (4), resultando en Villapún una cifra de 30, lo que equivaldría a una población muy similar a la de principios de este siglo XIX.
Algunos destacamentos militares recorrieron la comarca y en Villapún al parecer, según cuentan los más viejos del lugar, los Isabelinos ocuparon la torre de la iglesia y los Carlistas el bloque de viviendas de la plaza, justo enfrente. Unos y otros pedían víveres a la gente, que debía abastecerles por obligación. Desconocemos si hubo o no enfrentamientos, pero algunos relatan que sus antepasados les contaron que sí hubo disparos desde sus posiciones.
VILLAPÚN EN EL DICCIONARIO DE MADOZ (1845-1850). En 1845, y casi a modo de continuación del trabajo de su predecesor Sebastián Miñano, ve la luz el primer tomo de la obra de Pascual Madoz bajo el título de “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar” (13), que se completó en 16 volúmenes bastante completos y bien documentados para la época.
Por su interés documental se transcribe a continuación el texto literal íntegro relativo a la localidad de Villapún tal y como aparece en dicho diccionario:
"VILLAPUM: I. agregado al ayunt. de San Tervás de la Vega en la prov. de Palencia (12 leg). part. jud. de Saldaña (1). aud. terr. y c. g. de Valladolid (20) y dióc. de León (12). SIT. en un punto alto y al O de la vega de Saldaña; su CLIMA frío, bien ventilado y propenso a intermitentes. Consta de 30 CASAS de pobre construcción; escuela de niños concurrida por 30 de ambos sexos; buenas aguas; iglesia parr. (San Pelayo) de entrada y provisión ordinaria en patrimoniales. El TÉRM. confina por N. Vellota del Páramo; E. Sta. Olaja de la Vega; S. San Tervás de id. y O. San Andres de la Regla; En su jurisd. se halla el desp. de Villarrilda; su TERRENO es de mediana calidad y casi todo de secano; tiene al N. un monte poblado de roble y una alameda al S; los CAMINOS locales y medianos; la CORRESPONDENCIA la recibe de la cabeza del partido. PROD.: poco trigo, centeno, avena y titos; se cría ganado lanar, vacuno y caballar; caza de liebres, perdices y otras aves. IND.: la agrícola. POBL.: 22 vec., 114 alm. CAP. PROD.: 33,100 rs. IMP.: 2,050.”
Lo más destacable es la población de 22 vecinos y 114 personas en el censo de 1842, algo inferior a la de principios de ese siglo. Hay que señalar que en esta misma obra se indica que la población total de los 105 pueblos adscritos al partido judicial de Saldaña era de 18.199 almas correspondientes a 3.499 vecinos. Eran 104 ayuntamientos con 163 escuelas a las que concurrían 2.227 alumnos.
Referido a Villapún, es también destacable la existencia de un robledal al Norte del pueblo, hoy desaparecido y reducido a las pocas manchas de la Cuesta del Manzano y la Mata Montera. Igualmente una alameda al Sur, posiblemente en las inmediaciones del arroyo del Valle.
Un poco más adelante el diccionario de Madoz se refiere a uno de los pagos más singulares de Villapún en los siguientes términos:
“VILLARRILDA: desp. en la prov. de Palencia, part. jud. de Saldaña y térm. jurisd. de Villapun; este desp., antes de propiedad de los canónigos de Venebibere, hoy lo es de particular.”
INCORPORACIÓN DE VILLAPÚN AL AYUNTAMIENTO DE SANTERVÁS. A lo largo del siglo XIX la tradicional estructura solariega se vio alterada por la constitución de los municipios, adoptando los concejos la forma jurídica de Junta Vecinal. Inicialmente se establecieron sedes municipales en nueve de los lugares solariegos, a los cuales se unieron después otros. Así, tras la caída del Antiguo Régimen, Villapún se transformó en municipio constitucional, para incorporarse posteriormente (entre 1842 y 1857) al ayuntamiento de Santervás de la Vega, junto con Villarrobejo, situación que se mantiene en la actualidad.
POBLACIÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. En el año 1848 Francisco de Paula Mellado publicó su "Diccionario universal de Historia y de Geografía" (18) en cuya entrada sobre Villapún dice: "lugar de España con 29 vecinos, en la provincia de Palencia, Partido judicial de Saldaña, diócesis de León". Este dato incrementa en 7 vecinos el censo respecto al de 1842 y supondría una población de unas 145 personas.
En los años posteriores parece mantenerse una ligera tendencia al incremento de población. Así en el año 1869 se envió a las Cortes de la nación una petición popular en favor de la "unidad católica de España", en la que participaron pueblos de todo el país, entre ellos Villapún, donde se recogieron 138 firmas, lo que debería darnos una cifra ligeramente inferior al censo de la época.
Tenemos algunos valiosos datos de finales de este siglo gracias al trabajo de D. Aquilino Macho Tomé, que ejerció de farmacéutico en Saldaña, con el título de “Reseña de los productos naturales y más especialmente de las plantas medicinales espontáneas en el Partido Judicial de Saldaña”(19), publicado en 1893.
Gracias a él sabemos que por entonces el Partido Judicial incluía 104 pueblos de los cuales 56 eran ayuntamientos con una población total de 30.130 habitantes y una densidad de 26 habitantes por kilómetro cuadrado, superior a la media provincial de 23.
El Ayuntamiento de Santervás de la Vega, al que se habían incorporado Villapún y Villarrobejo, tenía por entonces 1.000 habitantes.
De la zona del Páramo dice que se caracteriza por los “extensos y miserables terrenos destinados en su mayor parte a pastos”, incluyendo ocho pueblos con una superficie de 250 kilómetros cuadrados y 1.540 habitantes, lo que da las densidades más bajas de la comarca de 6 almas por kilómetro cuadrado.
CARÁCTER, COSTUMBRES Y VESTIMENTA. El propio Dr. Macho nos da alguna referencia del carácter de los habitantes de estas tierras; de ellos dice que son “sencillos, pacíficos, respetuosos con las autoridades, corteses y atentos con los superiores, frugales, modestos, desprovistos de aspiraciones y dotados de bastante criterio”, para después añadir que “los caracteres comunes a todos los habitantes del Partido son: laboriosidad extrema, honradez intachable, sobriedad, cariño entrañable a la familia y hogares, afición ilimitada, que raya en fanatismo, hacia las funciones religiosas, rutinarismo en los oficios y profesiones y aversión a todo lo que sea reforma o invento. La ciencia, la literatura y las bellas artes puede decirse que son desconocidas en el país”. También dice que “en el ejército suelen ser excelentes soldados, distinguiéndose por su ciega obediencia a los jefes, por su intrepidez y por la serenidad ante el peligro.”
También describe el tipo de vestimenta habitual por aquella época, diferenciando la del Páramo, “que confina con la provincia de León”, donde los hombres visten “traje de paño pardo, compuesto de levita larga perfectamente entallada, bragas, polainas también de paño, zapato gordo claveteado y la tradicional montera de piel de cordero. Los pastores de esta dilatada y estéril zona usan dalmáticas de pieles y pantalones también de piel, a los que llaman zagones.” Y de las mujeres dice que “se dedican a las rudas faenas del campo, y visten manteos gordos, confeccionados con lana del país, a los que colorean de azul con el añil o tiñen de amarillo por medio de la gualda.” Además “todos los habitantes de este país, sin excepción de categorías, sexo ni clase, usan en invierno un calzado de madera que denominan almadreñas o albarcas.”
En cuanto a las diversiones populares cita los juegos de bolos y barra, así como el “aluche, bárbaro juego que denota virilidad en la raza, así como falta de instrucción y cultura.”
En relación a esta última da reseña de la existencia de un total de 102 escuelas (80 de ellas mixtas), prácticamente una por pueblo, lo que sale a aproximadamente una escuela por cada 300 habitantes. Resulta curioso el grado de instrucción para la época pues calcula que el 75 % de la población sabe leer y el 60% leer y escribir.
PRODUCCIÓN AGRÍCOLA. En cuanto a las fuentes de riqueza de la comarca cita a la agricultura como la principal, distinguiendo los labradores cuatro clases de tierras: ligeras o centeneras (pobres en elementos nutritivos y sólo aptas para el cultivo de avena, centeno o altramuces), barriales (en las que predomina la arcilla y que dan muy buenas cosechas de trigo en años húmedos), francas o cálidas (óptimas por la presencia de margas y materia orgánica) y frías (con gran cantidad de agua en el subsuelo). En el Páramo, al igual que en la Montaña y Valdecuriada, predominan las centeneras. Cita lo arduo de la producción agrícola en algunas zonas por la escasez de agua, que obliga a que los ganados abreven en charcas estacionales, la enorme fragmentación de las propiedades y la presencia de terrenos ligeros y secos, como en el Páramo y Valdecuriada, que sólo producen avena, centeno o altramuces, así como la existencia de tierras accidentadas que inutilizan los ganados y que han de ser trabajadas a mano.
Cita también el aprovechamiento de los montes para el carboneo y pasto del ganado, pero añade el escaso cuidado y aprecio que se tiene en general por estas riquezas.
UN SOLDADO DE VILLAPÚN QUE SIRVIÓ EN FILIPINAS. Hacia finales de este siglo XIX el recrudecimiento de la guerra de Cuba y la intervención de Estados Unidos propició que el conflicto se extendiese a otras antiguas colonias españolas, como es el caso de Filipinas, cuya insurrección en 1896 obligó al envío de tropas desde España.
Entre los más de 20.000 soldados que intervinieron hubo algunos procedentes de Palencia, uno de ellos natural de Villapún: se llamaba Tiburcio Palacios Romo y sabemos de él por un legajo que apareció hace unos años en la antigua casa de Justiniano, del que era familiar directo. Puedes ver una copia de este documento, así como la transcripción realizada por Ampelio Martínez Romo, nieto de Timotea Palacios, la hermana de Tiburcio.
En el documento se informa del fallecimiento del soldado por disentería durante el viaje de regreso a Barcelona a bordo del barco a vapor Correo San Ignacio de Loyola procedente de Port Said, ciudad egipcia en el acceso al canal de Suez.
El fallecimiento tuvo lugar el 12 de agosto de 1897 y al cadáver se le dio sepultura eclesiástica en el mar. Tiburcio era hijo de Genaro y Germana, tenía entonces 22 años y sirvió como soldado del Regimiento de Cazadores número uno. Dejó al fallecer una serie de modestas pertenencias que aparecen reseñadas en el citado documento y que suponemos se hicieron devolver a la familia:
"Una caja con llave y candado conteniendo toallas en algodón tres, petaca de pasta una, calcetines de algodón dos pares, camisetas cuatro, zapatos botines un par, chaqueta de uniforme rayadillo una, pantalón de uniforme rayadillo uno, calzoncillos cuatro pares, varias cartas, sombrero de copa uno, cepillo uno, una vigésima parte del billete número cuatro mil cuatrocientos setenta y seis del Sorteo que se celebró en Manila el día veintidós de Junio del corriente año y ciento treinta y ocho pesetas sesenta céntimos".
Villapún en el siglo XX
DONACIONES DE VILLAPÚN PARA LA VIRGEN DEL VALLE. En 1930 tuvo lugar el acto de coronación de la Virgen del Valle y a tal fin se recogieron una serie de donativos entre los pueblos de la comarca. Dichas donaciones fueron registradas en los sucesivos boletines editados par tal fin, apareciendo en el número 6, correspondiente a julio de 1930, un listado con las aportaciones realizadas por los vecinos de Villapún (20). Reseñamos a continuación los nombres de las personas y aportaciones que aparecen en el mismo:
Don Eugenio Vega, de Villapún y su familia.............. Donato Martínez........................................................... Isabel Calle................................................................... Raimunda García………………………………………..... Santos Bueno………………………………...………..….. Francisco Martínez…………………………………....…. Hipólito Andrés…………………………………………..... Manuel Laso…………………………………………...….. Demetrio Fernández……………………………...…...... Mariano Laso…………………………………………....... Marcos Marcos………………………………………........ Adriano Fernández……………………………………….. Félix Díez………………………………………………........ Máxima Marcos………………………………………........ Leandro González……………………………………….... Bartolomé García…………………………………….….... Crescencia García……………………………………...... Pedro Romo…………………………………………....….. Braulio Romo…………………………………………........ Nicasio Martínez…………………………………….…….. Maximino Álvarez………………….…………….…..….... Constancio García…………………………………….….. Mariano Maldonado...…………………………….……… Justo Ramos……………………………………….…..…... Saturnino Martínez..………………………….………...... Prudencio Díez……………………………………..…....... Maximo Martínez……..…………………………...……… Euniciano Monge…….……………………….……..….... Eulogio García………………………………………..……. Estefanía Díez…………………………………………..…. Pelayo Díez……………………………………………........ Jacinto Ramos……………………………………….....…. Marcial Sastre…………………………………...……....... Mariano Montes………………………………...…..…….. Claudio Nicolás………………………………...…...…….. Román González……………………………......………... Aniano Fernández………………………….....……...….. Nicasio Tejerina…………………………..……..………... Gregorio Maldonado…………………….…..…………... Ciriaco Santos………………………………...…...……… Teodoro Maeso……………………………….....………... Martín González…………………………….....………..... José Monge…………………………………...……...….... Segundo Pérez………………………………..…...…….... Eusebio Laso…………………………………..…...……... Rufino Díez…………………………………...…...……….. |
7´00 pesetas 1´00 0´80 1´00 5´00 1´50 0´25 0´30 0´75 1´00 1´50 1´50 0´25 1´50 0´30 1´50 1´00 1´00 1´00 1´50 0´75 0´25 1´00 1´50 1´00 0´75 1´50 0´25 1´00 0´25 0´25 1´50 1´00 0´50 0´75 0´50 0´25 1,50 1´50 0´50 1´50 0´35 3´00 0´40 1,00 0,50 |
Cabe destacar en esta relación a Pelayo Díez, la persona más longeva de su generación, que falleció en abril de 2009 a la edad de 104 años, a tan sólo tres meses de los 105 que hubiera cumplido el 27 de junio, día de “San Pelayillo”.
Los actos de coronación de la Virgen tuvieron uno de sus momentos álgidos el 8 de septiembre de 1930 con el desfile de los pendones y las cruces procesionales de 49 pueblos, entre ellas la de Villapún.
TENDENCIA POBLACIONAL DURANTE EL SIGLO XX Y COMIENZOS DEL XXI. Dado el carácter piadoso generalizado de la población por esa época, el anterior listado puede considerarse como un censo poblacional de Villapún bastante fiable. Así, en 1930 se contabilizaría un total de 46 vecinos, lo que podría suponer una población de unas 207 almas, cifra bastante razonable para esa época teniendo en cuenta que por entonces los tres pueblos del municipio sumaban 1.122 habitantes.
Por lo tanto esta etapa constituye posiblemente la de mayor población en Villapún, con una tendencia al alza hasta los años cincuenta en que se alcanza el máximo de habitantes, sumando 1.317 entre los tres pueblos.
A partir de entonces, y fundamentalmente durante la década de los sesenta y setenta del siglo pasado, la fuerte emigración a los núcleos urbanos e incluso a otros países en busca de mejores condiciones laborales supuso una fuerte sangría poblacional para Villapún y demás enclaves rurales de la provincia de Palencia. Así en 1991 el número de habitantes de Villapún era de 93, reduciéndose a 87 en el año 2000, 84 en 2005 y los 79 registrados en 2008, 48 hombres y 31 mujeres.
Bibliografía
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(18) De Paula, Francisco (1848). "Diccionario universal de Historia y de Geografía". Madrid.
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(20) Caballero, José María; Cortés, Javier; Guerra, José Ignacio; León, Gerardo y Lozano, Javier (2005). "Historia de la Virgen del Valle en el 75 aniversario de su coronación". Edición de los autores. Saldaña (Palencia).